La Inteligencia Artificial

¿Pueden las herramientas digitales ayudar a la inclusión educativa (2)

Cuando nació Internet tenía la idea, la esperanza, de que sería una revolución en el mundo del conocimiento humano. Me imaginaba a millones de personas en todo el mundo compartiendo y cooperando para construir un mundo más justo, para que la educación llegue a todos los rincones del planeta, para que el conocimiento se democratice y la empatía se distribuya por partes iguales.

Era joven, no sabía tanto sobre la naturaleza del ser humano, no podía imaginar que hay ciertas cosas que no cambiarán. El ser humano tiene una habilidad tremenda para no aprovechar grandes oportunidades, y el caso de Internet es un ejemplo muy claro, no estamos aprovechando ni el 10% de lo que puede ofrecernos.

Sí, es cierto, que podemos pagar con el móvil, que no tenemos que ir a las agencias del banco, que podemos hacer cursos online y que tenemos acceso a mucha más información sin necesidad de realizar búsquedas en bibliotecas, pero en las escuelas no se Respira esa realidad, seguimos jugando con cartas muy semejantes a las que jugábamos hace 30 años.

Con la llegada de la web 2.0, en la primera década de este siglo, llegó la esperanza de la cooperación, y con ella muchos estuvimos esperando a que las instituciones educativas se modernizaran, aprovecharan todo ese poder para que nuestros hijos e hijas crecieran preparados en un mundo donde el conocimiento estaba al alcance de la mano.

No fue así.

El tiempo fue pasando y las redes sociales acabaron con la esperanza de muchos. Llegó la fase de la procrastinación, de los vídeos de gatos, del deslizar el dedo mientras las horas pasan volando, de los haters, de los deep fakes, de las estafas... también llegaron muchas oportunidades, y mucha gente las aprovechó para mejorar tremendamente su vida, de eso no hay duda.

Ahora estamos en la época de la democratización de la Inteligencia Artificial, y todo está cambiando de nuevo. Cualquiera puede crear casi cualquier cosa a partir de cero, cualquiera puede simular saber, cualquiera puede publicar cualquier cosa y atraer la atención hacia un vacío de conocimiento e interés real.

Porque ese es el verdadero problema al que nos enfrentamos: falta de interés, de motivación. 

El conocimiento se adquiere, es fácil, pero el interés es otro tema.

La promesa y la realidad de la IA

alumnos en clase aburrida

El contraste entre la promesa y la realidad de la IA en educación es tan vasto como, de momento, decepcionante para aquellos de nosotros que soñábamos con una revolución completa del sistema educativo. Se nos dice que la inteligencia artificial será la gran igualadora, capaz de llevar educación personalizada y de alta calidad a cada rincón del planeta. Pero, como tantas veces antes, entre el sueño y su materialización se interpone una maraña de obstáculos menos espectaculares, pero igualmente desafiantes.

Tomemos, por ejemplo, el caso de las escuelas rurales en varias regiones del mundo, donde la falta de infraestructura básica de internet y tecnología convierte la implementación de cualquier herramienta avanzada de IA en un desafío insuperable. La visión de tener sistemas adaptativos que puedan evaluar y ajustar los métodos de enseñanza para cada estudiante se desvanece rápidamente cuando ni siquiera hay suficientes computadoras para cada alumno o cuando las conexiones a internet son intermitentes o inexistentes.

Por otro lado, la capacitación docente sigue siendo un talón de Aquiles para la integración efectiva de la IA en la educación. En muchos lugares, los profesores tienen poco o ningún entrenamiento en tecnología, mucho menos en inteligencia artificial. Esto los deja incapacitados para utilizar herramientas de IA, que no requieren solo conocimientos técnicos, sino también una adaptación pedagógica para ser efectivamente integradas en el proceso educativo. El resultado es que, a menudo, estas herramientas terminan siendo subutilizadas, mal utilizadas o simplemente ignoradas.

Incluso en contextos donde la infraestructura y la capacitación están presentes, los recursos necesarios para mantener y actualizar las herramientas de IA pueden ser prohibitivos. Las escuelas luchan por justificar los costos continuos cuando los presupuestos ya están estirados al máximo. La promesa de una educación revolucionada por la IA a menudo se reduce a unos pocos proyectos piloto que brillan en propuestas y presentaciones pero raramente se traducen en cambios generalizados.

El desajuste entre las promesas altisonantes y las realidades terrenales de la educación mediada por IA nos enfrenta a una disyuntiva crítica. No basta con desarrollar tecnologías avanzadas; la clave está en hacerlas accesibles y funcionales dentro del ecosistema educativo actual, teniendo en cuenta sus limitaciones y desafíos específicos. Esto requiere un compromiso continuo, tanto en términos de inversión como de innovación, que vaya más allá de las soluciones temporales y aborde las necesidades fundamentales del sistema educativo. De lo contrario, la IA en educación seguirá siendo más una ilusión de progreso que una realidad transformadora.

El papel de la IA en la personalización del aprendizaje
alumna con educacion personalizada

Lo que espero, lo que deseo con toda la fuerza de mi alma de educador, es que la educación personalizada llegue a ser una realidad en el futuro.

La personalización del aprendizaje mediante la inteligencia artificial se presenta como una de las promesas más seductoras de la tecnología educativa moderna. La idea de sistemas que se adaptan al ritmo y estilo de aprendizaje de cada estudiante tiene el potencial de romper con el modelo “talla única” que ha dominado la educación durante siglos. 

La IA, con su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos y aprender de ellos, puede teóricamente ajustar los desafíos y el soporte al nivel exacto que cada alumno necesita, prometiendo una educación más efectiva y eficiente.

Sin embargo, este ideal enfrenta obstáculos significativos en la práctica. La personalización, aunque técnicamente factible, se topa con una barrera aparentemente impenetrable: la variable humana del interés y la motivación del estudiante. Aunque un sistema de IA puede identificar que un estudiante aprende mejor a través de visualizaciones interactivas y ajustar su contenido para incorporar más elementos visuales, esto no garantiza que el estudiante esté más motivado para aprender. La motivación es un fenómeno complejo, influenciado por factores que van más allá de la metodología educativa, incluyendo el entorno social, emocional y físico del estudiante. Esa motivación nunca se trabaja en los centros educativos, y pocas veces se trabaja dentro de los hogares, donde solo piden notas altas .

Por otro lado, la personalización extrema tiene el riesgo de aislar a los estudiantes en una burbuja de aprendizaje autocontenido , donde se minimiza la interacción con otros estudiantes y la exposición a métodos alternativos de pensamiento. Esto puede limitar el desarrollo de habilidades sociales y críticas, que son tan importantes como el conocimiento académico en el mundo real . La educación, después de todo, no es solo la adquisición de conocimiento, sino también la formación de seres humanos capaces de operar y cooperar en sociedades complejas.

La personalización mediante IA también plantea cuestiones sobre la equidad. Los sistemas que requieren recursos tecnológicos avanzados podrían ampliar la brecha educativa entre estudiantes de diferentes estratos socioeconómicos. Los que tienen acceso a las últimas tecnologías podrían recibir una educación superiormente personalizada, mientras que aquellos en entornos menos privilegiados podrían quedarse aún más atrás.

No dudo de que la IA tiene el potencial de transformar radicalmente la educación mediante la personalización, pero es crucial abordar estos desafíos con un enfoque holístico que considere las complejidades humanas y sociales, y eso no lo hará ninguna IA, eso lo tenemos que hacer nosotros. . , los educadores.

La personalización debe ser una herramienta para complementar y enriquecer la experiencia educativa, no un fin en sí mismo que desplaza los componentes esenciales de la educación.

Qué quiero para 2030

alumna trabajando con IA

Llegó el momento de la carta de los Reyes Magos, del sueño alcanzable que está en nuestras manos.

Para que la inteligencia artificial cumpla su promesa revolucionaria en la educación, necesitamos cambios estructurales en las políticas públicas, innovaciones tecnológicas continuas y una transformación en la cultura educativa.

Está claro que los gobiernos deben desarrollar políticas que promuevan un acceso equitativo a las herramientas de IA en educación. Esto significa financiamiento para infraestructura en áreas desfavorecidas, subvenciones para tecnologías educativas en escuelas públicas y programas de capacitación para educadores en todo nivel. Esas políticas deben proteger contra el uso indebido de los datos de los estudiantes y garantizar que la personalización no se convierta en una invasión de la privacidad. Ese interés debe ser real, debemos presionar a nuestros gobiernos para que se priorice el tema, en caso contrario, solo tendremos vídeos automáticos de gatitos durante muchas más décadas. Como siempre suelo repetir, tenemos también que capacitar a los educadores no solo en el uso de la tecnología, sino también en la integración pedagógica de la IA.

Eso es crucial, y tenemos que hacer ya. Los maestros deben ser preparados para trabajar junto con la tecnología, utilizando la IA como una herramienta para enriquecer el aprendizaje y no como un sustituto del contacto humano y la guía educativa.

Hay que cambiar la cultura educativa para que abrace la tecnología, y eso implica redefinir los roles de los estudiantes y educadores en el proceso de aprendizaje. Los estudiantes deben ser vistos como participantes activos en su educación, motivados a explorar y aprender de manera autónoma con el apoyo de la IA. Por otro lado, los educadores deben ser facilitadores y guías en este proceso, en lugar de meros transmisores de información. Debemos facilitar el acceso a los recursos, y orientar para que se utilice de forma adecuada.

Para que todo esto sea una realidad, se necesita fomentar la colaboración entre ingenieros, pedagogos, psicólogos y otros expertos para desarrollar soluciones de IA que comprendan profundamente las necesidades humanas y educativas. La investigación debe ser continua y enfocada en mejorar la interacción entre estudiantes y tecnología, asegurando que la IA se adapta a las cambiantes necesidades de la sociedad. Pero eso no se está haciendo, ni siquiera se está planteando, por lo que es obvio que tenemos que hacer algo para que se oiga nuestra voz, para que se establezcan políticas en este sentido.

Por último, es esencial establecer sistemas de evaluación continua que permitan medir el impacto real de la IA en la educación. Esto ayudará a ajustar estrategias y tecnologías de manera ágil y basada en evidencia, asegurando que las intervenciones de IA sean realmente efectivas y beneficiosas para todos los estudiantes. Pero este punto solo tiene sentido si el resto han comenzado a dar señales de vida, y eso sólo ocurrirá si levantamos el dedo de TikTok.

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EL AUTOR

Es un experto en tecnología con más de 15 años de experiencia en gestión de proyectos de TI.

Fundador del reconocido blog de tecnología WWWhatsnew,  ha escrito miles de artículos sobre aplicaciones, marketing y tecnología en general.

Ha liderado proyectos de transformación digital en diversas empresas, enfocándose en mejorar la productividad y adaptabilidad tecnológica de sus clientes.

Con experiencia en inteligencia artificial, procesos y tecnología web, ha contribuido significativamente al avance digital de múltiples compañías, implementando soluciones innovadoras que mejoran la eficiencia operativa y la satisfacción del cliente.

Es un comunicador nato que simplifica conceptos complejos para asegurar una amplia comprensión.


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Juan Diego Polo
Barcelona, España

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